lunes, 1 de junio de 2009

La busqueda de uno mismo I

Una nueva gota de sudor recorrió su rostro, llevaban toda la noche y la mañana en el mismo lugar y así seguiría todo el día hasta que el sol volviera a ocultarse, era la primera parte de la prueba que todo potro debía pasar para ganarse el nombre cerro los ojos ignorando el intenso calor agudizado por la falta de nubes, los mayores pasaban de cuando en cuando preguntando a los potros como pensaban ganarse el nombre, reprendiéndolos e incitándolos a abandonar la empresa, algunos lo hicieron.
Una voz le saco de sus pensamientos, cuando abrió los ojos se dio cuenta de que la tarde había avanzado.
-¿como piensas ganarte el nombre?
Miro a los ojos al centauro que tenía delante, su abuelo, le faltaba un brazo, fruto de su implicación en las guerras del exilio, algo que parecía que se tenia que repetir, cogió aire y respondió con orgullo.
-Me dirigiré al sureste, a donde la guerra asola, luchare con brazo fuerte e incesante alcanzando así la gloria y renombre para mi pueblo
No esperaba el golpe, llego tan de improviso como inesperado, trastabillo y perdió pie, un hilo de sangre broto del labio partido, la furia era visible en los ojos del anciano, los labios prietos y un desprecio autentico no dejaban lugar a dudas lo que pensaba del potro.
-Si sangre de mi sangre pretende ganar la gloria derramando con alegría la sangre de otros seres prefiero que muera aquí mismo o que jamas regrese
-Nuestro gran héroe hizo eso, batallo con valor, por eso seguimos su ejemplo y salimos a conocer mundo, tu mismo obtuviste tu nombre siguiendo su ejemplo
Esta vez esperaba el golpe pero no lo esquivo, recibió el golpe con estoicismo, miro desafiante al anciano mas no hizo gesto alguno de devolver el golpe.
-Escucha mis palabras y recuerdalas cuando salgas potrillo, un héroe no mata ni por placer ni por gloria, lo hace porque no tiene otra opción, lo hace porque las circunstancias lo obligan, ya que quieres seguir su estela harás bien en empezar por el norte, visita la tumba de los caídos, habla con El adalid de la historia, que te cuente la verdad del héroe, decide entonces si quieres ser su eco o resonar con voz propia
El anciano se furioso, aprovecho para calmar sus ánimos, no limpio la sangre que seguía manando del corte, en lugar de ello empezó a pensar en lo que acababa de suceder, respetaba al centauro de eso no cabía duda alguna, pero porque se había enfurecido de ese modo. No dispuso de demasiado tiempo para pensar, el sol terminaba de descender y los ancianos se disponían a soltar a los potros para que regresaran como centauros o no regresaran jamas.
-Te despojo de tu identidad, a partir de ahora no eres nada, dejas de ser un potro de la tribu, seras un potro salvaje, parte y vuelve como centauro o no regreses
Esa letanía se repetía a cada potro que debía superar la prueba, mientras se hacia la crin y la cola eran cortadas, no debían regresar antes de que les creciese de nuevo, y no debían permitir que creciera hasta que consideraran que podían mantener a una pareja solo con los conocimientos adquiridos, así era, las hembras no debían pasar la prueba, los centauros eran una sociedad tremendamente machista. Le toco el turno, mientras le repetían la letanía cortaban su crin y su cola, sintió cada corte, cada pelo sesgado, como si cortaran directamente la piel, pero no dijo nada, apenas terminaron se dirigió a la salida del pueblo, ya no se le permitía hablar con nadie, estaba solo.
Descendió por el camino lentamente, vagando sin rumbo, hasta que su abuelo le había hablado tenia muy claro que hacer, ahora ya no estaba tan claro, las dudas asaltaban su cabeza, decidió hacer caso a la experiencia y se dirigió al norte galopando. No llevaba ni una hora al galope cuando su abuelo le salio al paso, se detuvo en el acto, agacho la cabeza y lo rodeo.
-El adalid no atiende a cualquiera-dijo mientras pasaba a su lado- necesitaras algo que llame su atención
Dicho esto le entrego un collar, no había nada de maravilloso en el collar, una sencilla piedra engarzada en un cordel común, vieja y desgastada por el tiempo.
-La ley prohíbe cualquier tipo de ayuda, debemos depender de nosotros mismos
-Potrillo insolente- dijo el anciano- conozco la ley mejor que tu, coge la piedra, ya entenderás su significado mas tarde, veremos si entonces la consideras una ayuda
Nada mas terminar de hablar y sin despedirse galopó hacia el pueblo, en una mezcla de desconcierto y orgullo se tomo un momento para colocarse el collar y reemprendió su propia marcha hacia el norte, allí donde encontraría respuestas.

lunes, 27 de abril de 2009

Perla

Hoy era un día especial para Jose, era la primera vez que acudía a la gran reunión, tenía una idea bastante clara  de lo que encontraría allí, elfos, gnomos, dragones, magos y otras maravillas, no contaba a los enanos ya pasaba uno por el pueblo tres veces al año y era de lo mas desagradable pero lo mejor de todo era que Perla, el gran  Dragón, estaría allí, no es que no lo hubiera visto antes ya que perla visitaba a menudo el pueblo, así como tantos otros, llevando información medicinas provisiones y otras cosas de un lado a otro ademas, cada vez que visitaba un pueblo, se quedaba todo el día o toda la semana, a veces, incluso mas y cada noche contaba una historia, a Jose le encantaban las historias de Perla las contaba como nadie sabia hacerlo.

Jose aun no entendía porque le llevaban a la reunión, faltaban aun dos años para que le dejaran ir, y muchos de sus amigos se habían quejado, pero solo a el le dejaban ir y la verdad, no tenia intención de quejarse.

Alcanzaron la sima de la montaña, desde ese punto se divisaba el enorme claro donde se llevaría a cabo la reunión, Jose se asombro de la extensión de tierra que había frente a el, jamas pensó que sería tan enorme ni que existiera tanta gente en el mundo, el cielo claro  revelaba una gran cantidad de dragones, grifos y otras criaturas que Jose no reconocía aun así, desde allí diviso a Perla, no volaba, el enorme dragón, mucho mas grande que ningún otro, se encontraba en el claro, a pesar de la distancia el dragón resaltaba como una montaña.

Empezaron a descender, llegarían al atardecer, Jose ardía de impaciencia cuando por fin alcanzaron el linde de la reunión los nervios se lo comían, su padre le había explicado como funcionaban las cosas, durante las dos semanas que iban a permanecer en ella podía moverse libremente, las cosas estaban organizadas, podía moverse con total libertad, y comer cuanto le apeteciera, para dormir, podía acudir a la tienda que deseara pues tanto unas cosas como otras, eran comunes a todos los asistentes y cuando fuera el momento de irse, mandaría un dragón a recogerlo.

Jose aun no terminaba de creerse que volaría en un dragón y durante todo el trayecto no había cejado de bombardear a su padre a preguntas sobre como seria, sin embargo ahora tenia otras cosas de que preocuparse, al principio, era un murmullo sordo, pero ahora, escuchaba claramente un ruido ensordecedor que le abrumaba y dejaba sin palabras, cientos de miles de personas hablando a un tiempo, creando un retumbo constante e ininteligible de voces, algo que Jose jamas había sentido antes, por primera vez desde hacia meses se daba cuenta de la verdadera inmensidad de la reunión algo de lo que no había sido consciente ni siquiera mientras lo había visto desde lo alto de la montaña.
Tan ensimismado estaba con ese nuevo descubrimiento que no presto atención de la conversación entre su padre y un mago que lucia una túnica roja, su padre tubo que llamarle varias veces para conseguir que le escuchara.
Le puso una pulsera y le explico como funcionaba, era sencillo, unas pocas ordenes mientras colocaba la piedra central y podría, desde hablar con el hasta saber donde se encontraba en cada momento, ademas, cada vez que alguien le dijese que enseñase la pulsera debia hacerlo.
Jose miro detenidamente la pulsera, pese a su sencillez era bonita, una fina banda de plata se ajustaba a su muñeca a la perfección rematando en una piedra que asemejaba a un diamante perfectamente blanca,  después de hacer un par de pruebas para asegurarse que había entendido como funcionaba, su padre le permitió irse.
Se quedo mirando un momento la pulsera, puso el dedo en la piedra como le acababan de explicar.

-Busca a Perla

Al instante una esfera luminosa e incorpórea salio de la piedra, un hilo igual de brillante la mantenía unida a la pulsera, maravillado intento coger la esfera su mano la atravesó como si no estuviese allí, volvió a intentarlo, quiso sujetar el hilo pero nada su mano pasaba limpiamente y nada se alteraba, la esfera seguía ahí delante, mostrando le la dirección que debía tomar para encontrar al dragón después de unos intentos mas desistió y empezó a correr por donde indicaba la esfera, esta se alejaba lo suficiente para que le diera tiempo a girar y saber por donde meterse, avanzo veloz entre la gente agradecido del hilo que le permitía saber donde se encontraba la esfera aunque en ocasiones no fuera capaz de verla.
No tardo en llegar al lugar reservado para Perla aunque reservado, era una definición algo extraña, si bien ninguna tienda puesto ni construcción alguna se encontraba en mas de quinientos metros a la redonda, Perla se encontraba rodeado de una multitud de jóvenes todos sentados frente a el y en un inquietante silencio Perla giro la cabeza para mirarlo.

- Acércate Jose, te estábamos esperando pues la historia que voy a contar, pertenece a tu familia

Jose se sorprendió ante lo que acababa de decir Perla por varios motivos, primero, recordaba su nombre, poco importaba que el dragón pudiera recordar no solo su nombre sino que pudiera decirle el de sus padre, abuelos y seguir recitándole detalladamente todo su árbol genealógico sin un solo error durante tantas generaciones que jose habría muerto antes de terminar, si no que ademas, la historia, tenia que ver con él.
Jose se acerco a Perla tal y como el le había pedido, el resto de los jóvenes le miraban, algunos sorprendidos, otros expectantes, algunos con envidia, alcanzo el principio del grupo e hizo mención de sentarse.

- No Jose- dijo Perla- Hoy tendrás un asiento especial, acércate

Todavía sin creerse lo que estaba sucediendo Jose avanzo hacia Perla, entonces, se dio cuenta que la esfera, seguía señalando el camino, avergonzado, la guardo y siguió avanzando, perla agacho la cabeza situándola delante de Jose, jamas había estado tan cerca de Perla, era enorme, tenia que mover la cabeza para mirar completamente la suya.

- Sube y siéntate

Jose jamas supo como lo hizo, pero se encontró en el morro de Perla, se sentó como había pedido, aun sin entender lo que sucedía y luchando con la alegría de lo que estaba haciendo.

- Mirar a este chico- Empezó perla- mirarlo bien y recordar su cara
- Es descendiente directo de la primera persona que me vio, y es idéntico a el, idéntico a aquel que me vio nacer, quien fue hermano, padre y amigo, aquel que me dio nombre, fijaos bien, y escuchar su historia, mi historia.

Perla se detuvo un momento, para asegurarse que todos escuchaban y para que jose se recuperara de lo acababa de escuchar.

- Hoy os voy a contar la historia del primer dragón, una historia que empieza cuando los dragones aun eramos mitos la magia solo era una ilusión y la guerra devastaba otra vez mas el planeta

- Escuchar y aprender, aprender para no olvidar, recordar para no repetir los errores de vuestros mayores, recordar para que la paz siga reinando y la guerra mantenga su destierro

-Todo empezó......

cazado

Avanzo corriendo tanto como sus piernas se lo permitían, jadeando giro levemente la cabeza, uno de sus compañeros trato de ocultarse, no tenia ninguna posibilidad, seria de los primeros en caer, había elegido un mal lugar.
Se detuvo un momento a recuperar aire respirando con dificultad, calculo mentalmente de cuanto tiempo disponía antes de fuera demasiado tarde, empezo a correr de nuevo intentando dejar la mayor cantidad de terreno entre el y los cazadores.
Entonces lo vio, el lugar era perfecto, procuraba un escondite adecuado para evitar que lo atraparan se escondió lo mejor que pudo, tratando de recobrar el aliento perdido y aguardando con suerte evitaría que lo atraparan.
No mucho después alcanzo a oír los gritos de los zombies, estremecedores, su compañero, tal como había supuesto fue rápidamente cazado, trato de reconocer los otros zombies, tres cuatro, cinco, solo quedaban tres, el resto, ya se habían convertido, solo esperaba que nadie le hubiera visto esconderse de lo contrario, estaba perdido pues sabrían inmediatamente donde estaba.
Escucho un nuevo grito de agonía, poco después otro, aguardo, pasaron los minutos, no le habían visto como se ocultaba, dio un suspiro de alivio no todo estaba perdido, contuvo las ganas de echar un vistazo, no fuera que alguno llegara a ver un movimiento.
Estaba solo, todos los demas habian sido atrapados, devorados y transformados en zombies sedientos de sangre, ese seria su destino si le atrapaban, convertirse en un zombie, sediento de sangre y carne, algo que no deseaba.
Empezó a escucharlos mas cerca, se los imaginaba con las manos levantadas, ansiando comérselo y transformarlo en uno de ellos, contuvo la respiración cuando uno de ellos paso a apenas unos centímetros de su escondite, procuro no moverse ni hacer ruido alguno, paso de largo.
No sabia cuanto tiempo había pasado, los zombies se acercaban y alejaban errantes, buscándolo, entonces, todo termino.
Escucho su voz por encima de los gritos, llamándolo, estaba salvado, salio de su escondite presuroso, y avanzo corriendo entre los zombies despidiendose con la mano.

- Me tengo que ir hasta mañana - grito a sus amigos y estos se despidierón a su vez de él

Siguió corriendo hasta donde estaba su madre que le recibió con una sonrisa y un abrazo, mientras empezaba contarle lo bien que se lo había pasado, detrás suyo, sus amigos dejaban la posición de zombies, mientras decidían si seguían jugando al escondite o se ponían a jugar a otra cosa.

jueves, 23 de abril de 2009

Extraño en mi tierra

Este es un texto que he enviado a un concurso cuya temática era una carta de un viajero, si bien no se engloba en las historias de Dildo me ha parecido interesante ponerla para su lectura.

Hola familia, espero que estéis bien, seguro que la abuela se ha encargado de reuniros a todos antes de leer mi carta (gracias abuela), ayer llegue a España.

No voy a aburriros con los pormenores del viaje, pues tal y como se ve en la tele, los aeropuertos, son un caos.

Si os puedo contar que desde os estoy escribiendo me parece haber retrocedido en el tiempo, multitud de veces hemos visto las fotos del abuelo, enseñándonos los lugares mas característicos de esta bella tierra, ahora alzo mi cabeza y podría ser el mismo fotógrafo que inmortalizo la imagen hace ya tantos años, el lugar es idéntico pero mas vivo, con mas color, solo los coches y la gente me recuerdan que sigo en mi propio tiempo, a pesar de ello no he podido evitar que el corazón se me acelerase ante la visión de algo tan conocido y a la vez tan lejano.

El abuelo no exageraba en cuanto a la bondad de la gente de esta gran ciudad, le veo en la cara de cada persona que saludo, son cordiales como jamas he visto, siempre con una sonrisa sincera y esa gran paciencia ante mi torpe expresión, me han hecho sentir uno mas de ellos y en cierto sentido llevo su sangre ni que decir que cuando respire el aire de esta ciudad me sentí vivo, como si hubiera vuelto a mi hogar, no puedo definirlo de mejor modo pero me he sentido tan ligado a esta pequeña parcela de mundo desde el mismo instante que la he pisado.

Yo creía que seria un extraño, un extranjero, alguien ajeno que solo pasa de visita, pero mi corazón ha decidido decir otra cosa ha decido que esta es mi tierra sin importarle que sea un extraño ajeno a su cultura y costumbres mas allá de lo que nos contaba el abuelo y sin embargo te tratan como si hubiera vivido aquí toda la vida.

Ahora entiendo porque el abuelo pidió regresar a esta tierra para su ultimo descanso y me alegro de haberle podido conceder su deseo.

Os dejo, enviare mas cartas conforme vaya recorriendo esta tierra extraña y a la vez tan cercana pues he decidido conocerla mejor, embeberme de ella y así dejar de ser un extraño en mi tierra.


lunes, 20 de abril de 2009

Al amanecer

El coronel bajo los prismáticos preocupado.

- Deben ser unos diez mil, quizás mas

El soldado no respondió, pero su cara era suficiente respuesta, lo sabia.

- No tenemos ninguna posibilidad- prosiguió el coronel- maldita sea

Giro la vista hacia atrás, dieciocho y eso, contando a Carlos, que estaba herido y al chico, no sabia su nombre, lo habían encontrado apenas tenia doce años y casi ni había hablado.

-Ninguna posibilidad- repitió de nuevo

 Volvió a mirar por los prismáticos, era obvio que el ejercito que tenían delante iba a pasar la noche allí, los tanques se estaban alineando, las patrullas registraban los alrededores, y por doquier se levantaban algunas tiendas básicas, un descanso antes de la marcha final, y todavía no habían evacuado, morirían miles de civiles.

- Tenemos que hacer algo- dijo dirigiéndose a sus hombres- mañana seguirán hacia la ciudad- la garganta se le hizo un nudo, incapaz de continuar

 Empezaron a debatir donde atacar, no pensaban destruir a todo el ejercito, era del todo imposible, apenas podían hacer poco mas que cabrear les, pero lo cierto, es que no se podían quedar quietos y también era cierto, que hiciesen lo que hiciesen, no serviría de nada.

-Yo se como pararlos- dijo el chico- con esto

 El chico saco una bolsa y de ella, una semilla, apenas mayor que un grano de arroz.

-Esto los detendrá- repitió de nuevo el chico- son mágicas, me lo dijo Dido, el me las dio.

 El sargento cogió la bolsa, estaba al corriente de las inusuales circunstancias del árbol llamado Dido, de hecho, allí iban los refugiados, ningún vehículo podía acercarse, las armas, no funcionaban, un remanso de paz en medio del torbellino de la guerra, el único que quedaba en el mundo, confiar en esas semillas, era tan descabellado como intentar atacar, al menos, le darían la alegría al chico.

-Gracias a ti, evitaremos que  lleguen a la ciudad- dijo mientras le alborotaba el pelo- eres un héroe- el chico, sonrió

-Hay que esparcirlas, cuanto mas terreno abarquen mejor- dijo el chico con una sonrisa

-Lo haremos- afirmo el sargento, tu quedate aquí con Carlos, y no te muevas, tienes que cuidarlo

-Lo haré- dijo alegre el chico- me quedare con el hasta que se cure

 Avanzaron deprisa hacia el campamento enemigo, era todo cuanto podían hacer.

-Sargento, ¿no pensara usar esas semillas?

-Por supuesto que no, pero al menos, había que darle una alegría al chico, no hay esperanza, aun así.

 El sargento se detuvo un momento, saco su cuchillo, hizo un pequeño agujero en el suelo, y deposito en el una semilla.

-Al menos eso, se lo debemos.

 Cuando fue a recoger su cuchillo, noto algo que se movía por la mano.

-¡Que diablos!

 Todos se quedaron mirando el cuchillo, la hoja, ya totalmente oxidada, estaba siendo envuelta por una especie de liana oscura, sin hojas, al mismo tiempo, crecía rápidamente un pequeño tallo donde se había plantado la semilla.

-¡Cojan todos unas cuantas semillas!- exclamo el sargento- y bendito sea ese chico

 Trabajaron afanosamente, resulto sencillo repartir las semillas sin levantar sospechas, sencillo y rápido, las plantas crecían silenciosas y, por extraño que pareciese,  parecían esquivar a los vigilantes, volvieron rápidamente a la colina donde habían dejado a Carlos y al chico.
 Solo encontraron al primero, durmiendo y completamente curado, ni rastro del chico.

-Carlos, Carlos ¿que ha pasado? ¿y el chico?- pregunto preocupado el sargento

 Carlos abrió los ojos desorientado.

-El chico, me dijo que tenia que irse, que me curaría y se iría, y yo, lo lamento sargento, no pude mantenerme despierto.

-No te preocupes todo esta bien

 De repente, al sargento le vino una idea

-Tirar aquí todas las armas- dijo tirando las suyas

-¿sargento?

-Que tiréis las armas- repitió de nuevo

 Uno tras otro fueron tirando sus armas en un montón, junto con las del sargento, este tiro una semilla y en pocos segundos, las armas empezaron a oxidarse mientras la planta crecía a través de ellas.

-Bien, vámonos- dijo el sargento- quiero darle las gracias personalmente a un árbol

 El sol empezó a levantar mientras se dirigían a la ciudad, el sargento solo estaba seguro de dos cosas, una, acababan de presenciar un milagro y dos, jamas volvería a llevar un arma.

 El ejercito, no solo no llego jamas a  la ciudad, sino que desapareció sin dejar rastro, solo un incipiente bosque crecia alli donde acampo por ultima vez.

El Cuentacuentos

 Las llamas chisporroteaban sonoramente, la hora se acercaba y la tensión era palpable, los niños nerviosos esperaban ansiosos su llegada, sentados en un semicirculo dejaban el espacio principal para el, nadie osaría ocupar su lugar, era su sitio, y se acercaba su momento.

 Los mas jóvenes rebullían inquietos por la impaciencia, y los mas mayores les susurraban palabras de calma recordándoles lo que esperaban y que si hacían ruido, el no vendría.

 Entonces llego, majestuoso avanzo hacia la hoguera, se detuvo a un par de metros, y observo largamente a los niños, su cabeza se inclino a un lado, luego a otro, su mirada penetrante registraba las expresiones de sus rostros, la hoguera daba un fiero matiz a sus ojos, la llama, reflejada en ellos, apenas era una sombra de su propia fuerza interior.

 El pequeño de los Horren avanzo corriendo hacia el , exclamaciones de sorpresa y -No- apagados se oyeron alrededor del  coro, la regla, era muy clara y muy explicita, solo el orador podía hablar, nadie se movía, nadie mas hablaba, si lo hacían, el se iba y esa noche no había historia.

 El pequeño Horren no entendía esas cosas, le ofreció una piedra, una muy bonita que había encontrado esa mañana en el rio, la piedra en si carecía de valor alguno, pero sabia por experiencia que la guardaría como el tesoro mas valioso, y recodaría siempre quien se la había dado y cuando.

 Bajo la cabeza levemente.

- Conoces las reglas verdad pequeño.

 Era una afirmación, no una pregunta, su voz era profunda, clara, con una cadencia y energía que te dejaba sin aliento, no me cansaba de oír su voz, quizás fuera eso lo que le hacia ser el centro de atención, lo que provocaba todas las noches, esa expectación a su alrededor, el pequeño asintió.

- Pues yo de ti, volvería a mi sitio antes de que se enteren los demás, si no, tendré que irme.

  Le guiño un ojo y el pequeño horren volvió a la carrera a su sitio, una vez estaba todo de nuevo en orden, se acomodo, el circulo ahora, era mucho mas grande, no solo los jóvenes se deleitaban de sus historias, hasta los ancianos lo hacían, todo el pueblo debía estar allí, esperando que empezara a relatarla, satisfecho empezó.

- Hoy vengo a contaros una historia, una historia vieja, antigua como el mundo en que vivimos, pero no creáis que  es falsa, no lo es.

 Hizo una pausa, sabia perfectamente cuando hacerlo, atraer la atención de sus oyentes.

- Yo estuve ahí.

 No, no solo era su cadencia al hablar, no era solo su hermosa voz, tan agradable y segura, no era su increíble modo de tejer las historias, no era la tensión que les daba, ni siquiera su capacidad de contarlas haciéndonos sentir que la estábamos viviendo, era mas que eso, era su porte, su presencia, su realidad, después de todo, ¿que se podía esperar de un Dragón? y no uno cualquiera.
 ¡EL PRIMER DRAGÓN!

Bienvenidos a El viejo Dido

Esta es la primera entrada de las  que, espero, sean una serie numerosa de historias.

Para poneros en ambiente, voy a explicar brevemente quien, o mas bien que es Dido.

Dido es un planeta vivo, un arbol gigantesco que viaja a traves del espacio, devorando polvo estelar, cometas, incluso soles y planetas, dispone de un sol en su centro creado por la misma magia de Dido.

Si, Dido es un ser magico, asimismo, tambien lo son las multiples criaturas y seres que viven en el, aunque no todos ellos conocen de la existencia de dido aunque eso, ya lo sabreis.

Cronologicamente, la historia de Dido se divide en varios apartados, estos, definen el periodo donde se desarrolla la historia asi como algunos aspectos de la misma.

Los periodos de la historia de Dido son los siguientes:

  • Tiempos pasados - epoca anterior a Dido, durante este periodo no existe la magia, ni seres mitologicos de ningun tipo, pero si la ciencia, robotica ect, el nivel tegnologico, se situa en el de la tierra actual.
  • Nacimiento - historias relacionadas con el surgimiento de Dido, tiempos de revolucion en el planeta, y los primeros enfrentamientos.
  • Las guerras santas/evolucion - Este periodo empieza desde la 8ª guerra mundial, la destruccion de la sociedad y el surgimiento de la primera academia de sabios.
  • Arbol de vida - Pese a que este periodo se desarrolla paralelamente a las guerras santas, sus historias se centran en el resurgimiento de la magia, los primeros pasos, y el nacimiento de las primeras criaturas magicas, aun carentes de grandes poderes.
  • Sol sangriento - En esta epoca, la tecnologia ha desaparecido por completo, destruida durante las guerras santas, ningun metal existe  en el planeta, todos corroidos, sin embargo, algo nuevo ocurre, el sol, se muere, y Dido, ha empezado a devorar el sistema y expandirse.
  • Exodo - La magia se refuerza en Treestorg, asi se le llama a Dido, el inmenso planeta errante del espacio, gracias a ella, la ciencia a renacido, a pesar de la falta de metales, la magia a suplido con creces su carencia, la guerra vuelve a mostrar su cara, sin embargo ahora, los ejercitos cuentan con algo mas que llevar al combate.
  • Pozo de oscuridad - Dido ha quedado atrapado en un agujero negro, el combate por subsistir ante esta fuerza astronomica debilita la magia, proboca terremotos y hace que la comida escasee, la epoca mas negra de Treestorg
  • Tierra baldia - Dido ha conseguido derrotar al agujero negro, pero el precio ha sido muy alto, antes de morir, consiguio asimilar la explosion del agujero negro, ahora, una gran masa recorre el espacio, la vida se abre paso en esta tierra muerta, mientras nuevas fuerzas magicas entablan combate para dominar el nuevo mundo.
  • Multiverso - La paz parece volver a reinar en Treestorg, sin embargo la vuelta de los metales, ha traido consigo nuevas bendiciones y desgracias, Treesborg no es el unico planeta habitado del universo y la guerra, no siempre viene de dentro, ademas, ¿porque brilla de nuevo el cielo?

Bienvenidos a un mundo de magia, intriga, fantasia y accion, bienvenidos al viejo Dido